“Muerte en los canales” o la increíble experiencia de escribir a cuatro manos.

     “Muerte en los canales” ya ha empezado a caminar. Se presentará a editoriales, será leído por expertos y revisado una y otra vez hasta conseguir una historia de la que nos sintamos seguros al cien por cien.

     Y, sí. He dicho “nos”. Porque esta novela está escrita a cuatro manos, algo que puede parecer difícil, laborioso y extremadamente trabajoso. Y no le falta razón a quién lo piense.
Pero escribir a cuatro manos requiere algo más que trabajo y paciencia. Sin ir más lejos, es necesaria una complicidad entre los dos autores a prueba de balas. Requiere intuir por donde irá la mente del otro y tener la capacidad de sorprenderse y asimilar cuando las expectativas son superadas.

     Dicha complicidad no surge de la nada. En nuestro caso nació de forma espontánea, forjándose en una historia anterior en la que ambos nos sentíamos seguros: el género fantástico. Aquí, usando la fantasía y la imaginación propias de este género, construimos los engranajes y fabricamos la maquinaria para crear lo que nosotros llamamos “Venecia”, y que ahora ve la luz como “Muerte en los canales”. Dicha maquinaria funciona a velocidad de crucero, perfecta como un reloj gracias a la creatividad, a la complicidad y a la total sinceridad que hay entre nosotros, ya que sin esta última cualidad presidiendo el proceso, todo se desmoronaría irremediablemente.

     Como dije antes, el empeño y el trabajo son indispensables, como también lo es dejar las balanzas medidoras bien metidas en el armario. Si ha de escribirse a cuatro manos es necesario mentalizarse de que el trabajo es al cincuenta por ciento, así como estar dispuesto a esforzarte al cien por cien. Ninguno trabaja más que el otro.
Han sido muchas horas, incontables horas, de escribir, de releer, de repasar, de estructurar, de ordenar, de fraccionar en capítulos lo escrito... tiempo que tal vez pueda parecer tedioso, pero que resulta apasionante, como apasionantes han sido todas las horas que hemos pasado creando, imaginando, dando forma a los personajes, viéndoles crecer, asentar su personalidad… O hilando tramas tan adictivas que en el fondo ninguno de los dos queríamos que acabaran.

     Me resultaría imposible poner un adjetivo al proceso, aunque podría definirlo en una sola frase:


“Esto no ha hecho más que empezar”