Nosotros, los supervivientes.


Sobreviviremos aunque nos caigamos siete veces. Aunque nos caigamos mil veces. Sobreviviremos y nos levantaremos a pesar de caminar cada vez más encorvados, a pesar de que los palos dejen marcas perennes; luciremos orgullosos esos moratones como cicatrices de nuestra particular guerra.
     
     Sobreviviremos al desprecio. Podrán empujarnos, señalarnos con el dedo y reírse. Podrán negarnos cualquier mérito o reconocimiento. Podrán zancadillearnos; nosotros jamás nos compadeceremos. Iremos a nuestro rincón a lamernos las heridas, a respirar. Pero sobreviviremos. Lo haremos, que no quepa duda alguna. Somos supervivientes.
Demasiados “no” como para seguir persiguiendo sueños.  Demasiados “imposible” como para intentar alcanzar quimeras y utopías. Demasiados “no se puede” como para creer. Pero no dudes de nuestro trabajo. Somos supervivientes y como tales lo defenderemos hasta las últimas consecuencias.
     
     Somos fracasados. Lo sabemos, lo admitimos, lo tenemos interiorizado. Y nos da igual; no estamos hechos para el éxito. Lo viviremos como mejor podamos si nos llega, pero asumimos que todo volverá a venirse abajo. Somos conscientes. En nuestros genes llevamos grabado a fuego que es imposible volar durante mucho tiempo, que nuestra lucha es en el fango. Lo sabemos; y sobreviviremos.
     
     Sobreviviremos. No por el karma, el buen rollo o la vida rosa. Sobreviviremos porque no nos queda otra. Porque hemos de hacerlo. Ahórrate tus positivismos. Sabemos que no hay opción de venirse abajo, de abandonar, ese es un lujo que no nos podemos permitir; tras nosotros viene la nada y nos engullirá si paramos. Arriba. Sobreviviremos.

     Agradecemos la ayuda que nos brindes como si fuera una bocanada de aire en mitad del agua. Pero no nos engañamos: nadie nos ayudará como nosotros mismos. Hemos de tirar de nuestro propio carro como bestias, por muy pesada que sea la carga. Tu ayuda nos alivia, pero jamás soltaremos las riendas. Llegado el caso, y siempre llega, seremos nosotros quienes tengamos que sobrevivir. Y lo haremos.

     Caminaremos a tu lado. Ni detrás ni delante. Si hemos de apoyarte, lo haremos. Si tenemos que apoyarnos en ti, lo haremos. Pero todo para lograr nuestro objetivo: sobrevivir. Llámalo egoísmo si quieres, nosotros lo llamamos supervivencia.

     No nos gusta la soledad, pero no significa que no la conozcamos. Sobrevivimos porque hemos transitado por ese camino oscuro y desesperante, recorriéndolo entero. Da igual un paso que mil; logramos salir y sobrevivir. Si hemos de refugiarnos en ella, lo haremos sin titubear. Si tenemos que salir a la luz, tomaremos impulso y lo haremos. Así sobrevivimos.

     Podemos reír aunque estemos tristes, caminar aunque estemos cansados, mostrar fuerza aunque nos sintamos débiles. En eso consiste la supervivencia: en seguir aunque no se pueda más. Y somos expertos en ese campo, nos movemos como pez en el agua.

     Somos desconfiados, recelosos; inseguros por naturaleza. Sabemos que tras una sonrisa puede esconderse un palo, que tras una promesa probablemente exista una decepción. Nos golpeará, pero jamás nos pillará con la guardia baja. Convertimos esos defectos en necesarias virtudes para nuestro fin último: sobrevivir. Aguantaremos la embestida y volveremos a la lucha.

     Siempre volveremos a la lucha. Y sobreviviremos. 

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