Sacromonte y el Ministerio del Tiempo.

Cuando era estudiante odiaba la historia. Puede que se debiera a mi vagancia adolescente o, tal vez, a que veía esa asignatura como un batiburrillo de fechas, hechos y reyes tedioso de memorizar. Y si la clase me pillaba tras el bocadillo tenía que hacer grandes esfuerzos para no quedarme dormido en mitad de la lección (más de un compañero daba alguna que otra cabezada). No había pasión ni épica. No había motivación alguna más allá de ver impresa en el libro de texto la fotografía de algún cuadro con referencias bélicas. Mi preferido era “La rendición de Breda”, de Velazquez. 

Años después, Ernesto Sacromonte irrumpió en mi vida. Tal era —y es— la fuerza del pirata que me obligó a darle una vida y una ambientación histórica. Las aventuras de dos hojas sin ningún rigor se quedaban cortas y no le hacían justicia; sus luchas, batallas navales y tramas necesitaban encuadrarse, ponerles un escenario a corte con la épica que el personaje posee. Necesitaba darle un barco acorde a la época y unas andanzas delimitadas en el tiempo. Y aquí fue cuando caí un mundo increíble: la historia de España (y por extensión, de todo el mundo). El descubrimiento de América, los Reyes Católicos, Carlos I, Sevilla, las alianzas europeas… Si la actualidad os parece abrumadora y cambiante, os recomiendo investigar un poco sobre el siglo XVI. Cada año pasaba algo que agitaba todo, y encima sin la inmediatez de los medios con los que contamos ahora. Apasionante; un Juego de Tronos europeo multiplicado por diez pero sin dragones —y ni falta que hacian— en el que España llevaba la voz cantante. Es nuestra Historia la que le da a “La leyenda de Ernesto Sacromonte” un plus de fuerza y su verdadera esencia. 

¿Y cómo pude pasar de sentir aburrimiento por la historia a interesarme por ella? Porque creo que la historia no está hecha para ser memorizada sino mostrada. Porque no se puede pretender que alguien con catorce años engulla y luego escupa en un examen. La historia hay que contarla, enseñarla dándole la magia que tiene. Y merece. Hacen falta más batallas “de Cagayán” en las clases y menos listas de reyes Godos. El resto, el aprender fechas, hechos y reyes, vendrá solo. Y creo que el “Ministerio del Tiempo” hace muy bien este papel.

Sinceramente, TVE no podía permitirse maltratar esta serie tal y como ha hecho (rondar el millón de espectadores empezando los lunes a las 23:00 y después de Cárdenas es un milagro, no un fracaso), ni mucho menos puede permitirse el prescindir de ella. ¿Por qué? Porque enseña nuestra historia y lo hace entreteniendo. Porque pone al espectador ante unos hechos del pasado y lo hace con algo tan simple como genial: mandar a la patrulla a impedir que tal hecho histórico se vea alterado. Así nos hacen partícipes de un pasaje real desde un punto de vista actual, mostrando acontecimientos que, seamos sinceros, no teníamos ni idea de que ocurrieron. Yo mismo desconocía que el Alcazar de Madrid se quemó, que hubo un grupo de soldados españoles conocidos como “los últimos de Filipinas” o que existió un señor apodado "el Empecinado" que fue clave en la guerra de la independencia. Y como yo, muchas personas que tras ver el capítulo, y gracias a las herramientas didácticas que la propia serie ha creado, decidimos informarnos un poquito más. Por supuesto que no existe un Ministerio que viaja por el tiempo, que Alonso no se enfrentó espada en mano a Fadrique en pleno siglo XXI ni que Amelia poso desnuda para Goya, pero gracias a estos personajes sabemos más de los increíbles Tercios españoles o de la lucha de la mujer en el siglo… bueno, en todos los siglos. He escuchado a algún crítico de TV atacar al Ministerio del Tiempo por usar teléfonos móviles en el siglo XV y me parece un error. Esto es ficción y lo sabemos todos; su formato no es divulgativo y no debería cuestionarse ya que nadie cuestiona que los anticuerpos humanos sean representados por naves espaciales en “La vida es así” o que Carl Sagan se subiera en una nave a recorrer el “Cosmos”. Si no se cuestiona en programas documentales, ¿porqué aquí sí? Ficción de la buena para entretener. Y si encima se aprende, mejor.

No voy a contar lo que en otros artículos he leído, como que la serie ha ganado infinidad de premios que dan a la pública un prestigio que no tiene, que en la faceta transmedia y redes sociales va cuatro paso por delante del resto o que ha logrado fidelizar a un sector joven de espectadores que ni se acordaban que existía un canal llamado TVE (y, por extensión, de su maravillosa web). Lo que sí me parece una pena es que se acabe una serie que ha mostrado nuestra historia, incluyendo sus grandezas y miserias. Una serie de la que TVE no debe prescindir pero que no se merece por el maltrato que le ha dado. 
En fin, volveremos a disfrutar de sus tres temporadas en otros formatos. Ojalá una cuarta.

#HonorYReputación 

Francisco Hergueta. 

3 comentarios:

  1. Me encanta! no conocía a Sacromonte, pero voy a por él.

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    1. Hola, Rosa. Gracias por tu comentario y perdona la tardanza, aún no controlo bien el blog. Si quieres hacerte con la novela puedes comprarla en formato digital tanto en Amazon como en Casa del Libro y en papel en Amazon. En formato digital solo tengo la primera parte (Te juro lealtad), aunque próximamente también estará la segunda. Muchas gracias.

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